Sinopsis: ¿Te imaginas descubrir que en tu vida anterior fuiste una preciosa braga? La vida de Jero es un completo desastre y ésta es su historia, contada en primera persona. Un fracasado sexual que sueña con ser escritor, pero lejos de conseguirlo se ve atrapado por una terrible realidad que no comprende. Tras buscar consuelo en las drogas se da cuenta que nunca hay suficientes, obligándole a delinquir una y otra vez. Entonces, un día cualquiera, Jero sufre un terrible accidente. Ahora, con su alma a medio camino entre el mundo de los vivos y de los muertos, inicia un extraño periplo en busca de respuestas. Lo primero que descubre es que en su vida anterior fue una braga, una simple braga. Y esto, solo es el principio.
En las líneas que siguen vamos a presentaros a una heroína pulp, una mujer avanzada a su tiempo y que rompía todos los cánones establecidos: Domino Lady. Se trata de un personaje, en este caso una heroína pulp, cuyo objetivo era combatir el crimen, y lo hacía con la misma solvencia que sus compañeros masculinos de profesión, pero con un toque de sensualidad que la hacía destacar de una forma completamente distinta. No es nada difícil reconocerla: rubia, esbelta, ligera de ropa, y con el rostro oculto bajo un antifaz. Para más señas, sus aventuras se publicaban en una de esas revistas pulp de segunda fila: «Saucy Romantic Adventures».
Muchas veces hemos comentado como Alemania, desde comienzos del siglo XX, fue uno de los países más representativos de la industria pulp Europea. Una industria fuertemente politizada durante el periodo de entreguerras, convirtiéndose en uno de los vehículos propagandísticos principales -de igual forma que en otros regímenes totalitaristas-, del poder político que ostentaba el gobierno: Pulps, Nazis y Ciencia Ficción. Sin embargo, tras la Segunda Guerra Mundial los pulps cayeron en desdicha, iniciando un paulatino declive en casi todos los países que otrora los disfrutaban como principal fuente de entretenimiento. Pocas fueron las revistas que lograron sobrevivir -independientemente del país que se trate-, pero hoy no vamos a hablar ni de las que murieron, ni de las que sobrevivieron, sino de una de esas nuevas revistas que nacieron de entre todo ese cúmulo de cenizas, resurgiendo cual Ave Fenix. Una de estas revistas, y en este caso alemana, es Perry Rhodan, una revista pulp de ciencia ficción que comenzó a publicarse en el año 1961 en formato Heftroman (formato pulp alemán), y que, curiosamente, es muy conocida en casi todos los paises, excepto en España.
Es muy posible que muchos de vosotros no sepáis de qué estamos hablando si nos referimos al Nose Art, pero cuando os expliquemos qué es, seguramente diréis: ¡Ah, pues sí, ya sé qué es! Bien, el Nose Art, o «Arte de Morro» (traducción literal), se refiere a los dibujos que acostumbran decorar el fuselaje de los aviones, especialmente los aviones de combate. Estos dibujos se ubican preferentemente en la parte del morro, y algunas veces en las alas o cerca de las escarapelas, o incluso cubriendo el fuselaje en su totalidad (uno de los primero ejemplos podría ser el Albatros D.V de Manfred Von Richthofen, El Baron Rojo, cuyo aparato era precisamente de ese color). Unos dibujos cuya quinta esencia eran las chicas Pin-Up, pero también había sitio para otros muchos más belicosos, con la única intención de infundir miedo a los enemigos. Este tipo de arte nació en el seno de lo que se conoce como Pulp Art, allá por los años veinte y treinta y, en cierto modo, es también precursor de expresiones artísticas posteriores como el Pop Art.
Otro año más el abominable PicMaster, regurgitado por el mismísimo diablo, estará durante un tiempo con nosotros con motivo de esta nueva edición de Halloween Tales, un taller literario que tiene por objeto fomentar la creatividad y seleccionar los mejores relatos de terror para la noche de Halloween. El 31 de octubre, antes de la medianoche, os ofreceremos un nuevo número de esta particular antología, pero para que ello sea posible antes debemos engrasar nuestras máquinas de escribir y aporrearlas como si nos fuese la vida en ello. Por la presente convocamos las bases del taller, por si deseas inscribirte, y participar en esta terrorífica locura. Pero te lo advertimos: Aquí no se viene de paseo, sino a sudar, a sudar sangre y sufrimiento. ¿Todavía quieres inscribirte? Sigue leyendo.
Estos días, a causa de un proyecto personal en el que me encuentro enfrascado, he estado buscando lecturas de tipo sucio, sin saber muy bien que ya existía un movimiento literario con su etiqueta correspondiente: Realismo Sucio. En algunos sitios he leído que tanto Charles Bukowski como Irvine Welsh son dos abanderados de este tipo de novelas, historias urbanas de perdedores, fracasados, con un lenguaje directo, sin florituras, y, en el fondo, una nueva forma de literatura pulp. Pero no buscaba solo eso, sino también degeneración, fantasía, algo de romanticismo, y ciertas dosis de lo absurdo. Algo así como «Fantasía Sucia», pero creo que este movimiento, al contrario, todavía no está ni clasificado ni descrito —o quizá sí, no lo sé—. Y más por torpeza, que por otra cosa, he estado deambulando entre diferentes títulos que podrían ir desde La Fábrica de Avispas, de Iain Banks, hasta Tokio Blues, de Haruki Murakami, pero no encontraba nada que me satisficiese. Buscaba otra cosa, hasta que me acordé de Trainspotting, y entonces dije… ¡ostras, sí! Y tirando del hilo, llegamos al realismo sucio. Y ya de paso, me topé con la precuela de tan famosa película: Skagboys, que no tenía ni idea que existiese, y que, a pesar de ser editada en el año 2012, llegó a nuestras librerías la pasada primavera. Y aquí estoy yo, para hablar de todo esto, por si te interesa.
En el día de hoy —época estival en la que resulta muy difícil encontrar temas y ganas para subir un artículo a la web— vamos a destacar esta película «El Protector, 2013» dedicándole una breve reseña. ¿Por qué? Aunque no lo parezca, no se trata de un título más, sino de un claro homenaje al cine de acción de los ochenta. De hecho, nada más arrancar los títulos de crédito observamos un nombre característico de este tipo de cine, Sylvester Stallone, junto con el de uno de sus mejores amigos hoy en día, y, salvando las diferencias, heredero de su legado: Jason Statham. El primero, tomando como punto de partida la novela de Chuck Logan (ni idea de quién es) titulada «Homefront», firma el guión; y el segundo, el que protagoniza la historia en versión celuloide, es decir, el que reparte estopa.